No, no es una inocentada preparada con retraso, aunque pueda parecerlo.
Tampoco se trata de ninguna broma que se me haya ocurrido para despedir este
2012 que se nos va y, en el cual, me he despreocupado por completo del blog. Lo
siento de corazón. Pero hoy, tras ver cierta película, recordé que en este blog
existe una sección de cine que está prácticamente abandonada. Y es que, si no
hablo de este filme, os aseguro que reviento. Pocas películas recuerdo que me
hayan emocionado y hecho pensar tanto como lo ha conseguido ésta. Así que... La
última reseña del año 2012 está dedicada a una película de 1998: Pleasantville.
Título: Pleasantville
Director: Gary Ross
Duración: 112 minutos
Reparto: Tobey Maguire,
Reese Witherspoon, Jeff Daniels, Joan Allen, William H. Macy, J.T Walsh, Paul
Walker...
Género: comedia dramática, fantasía
Sinopsis:
David y su hermana Jennifer son teletransportados mágicamente al mundo
ficticio de una serie clásica de la televisión en blanco y negro. Allí
convivirán temporalmente con los vecinos de un apacible pueblo. Los dos
hermanos ejercerán una gran influencia sobre esa comunidad de gentes
sencillas, pero muy conservadoras, sacándolas de su marasmo y ayudándolas a
descubrir las principales emociones y pasiones de la vida.
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La primera vez que supe de la existencia de Pleasantville fue el año
pasado, mientras hacía zapping, que la encontré en un canal. En cuanto vi a sus
dos protagonistas, Tobey Maguire (el primer Spiderman del siglo XXI) y Reese Witherspoon (la de Una rubia muy legal), pensé que se trataría de
alguna típica comedieta juvenil, de ésas que suelen echar por la tele los fines
de semana y que siempre se trata del mismo perro con distinto collar... pero me
equivoqué. Al mirar el argumento en el teletexto, descubrí algo muy diferente a
lo que había imaginado: la sinopsis que podéis leer arriba. Me llamó gratamente
la atención... pero ya se estaba acabando. Aunque lo poco que llegué a ver me
gustó mucho, con el paso del tiempo, se me olvidó la existencia de la película
por completo... hasta que este año volví a recordarla y decidí verla en serio.
Y no me arrepiento de haberlo hecho.
La historia se sitúa a finales de los años 90, lindando con el nuevo milenio. En un instituto americano, los profesores les explican a los alumnos las nefastas consecuencias que tendrán los actos de los humanos en el futuro y la verdad, no parece muy optimista que digamos. Quizás por eso David, un adolescente tímido, para huir de la realidad en la que vive, con unos padres divorciados y una hermana "guarrilla", Jennifer, que sólo se preocupa por ella misma, ve una antigua serie llamada Pleasantville, donde todos los personajes viven felices, son amables los unos con los otros y no tienen ninguna clase de preocupaciones. Los protagonistas son el matrimonio Parker, formado por los padres, George y Betty, y sus dos hijos, Mary-Sue y Bud. Un día, su madre se marcha con su nuevo novio a un balneario y deja solos a sus dos hijos, que tienen unos planes muy diferentes: mientras que David piensa ver la maratón de Pleasantville, mientras que Jennifer piensa traer a su nuevo "amigo" a casa y ver juntos el concierto de la MTV. Conclusión: ambos chicos se pelean por el mando de la tele y lo acaban rompiendo. Apenas unos segundos más tarde, un extraño hombrecillo llama a su puerta, anunciándose como reparador de televisiones. No comprenden nada; no han llamado a nadie para que venga a arreglarlo. Entretanto, el anciano va trabando amistad con David y ambos descubren que sienten una gran pasión hacia Pleasantville. Tras una conversación en la que comentan hechos de diversos capítulos, finalmente les entrega el mando nuevo... que los trasladará mágicamente al mundo de tal serie, donde asumirán los roles de los dos hermanos protagonistas. Pero, como adolescentes de los 90 que son, se sentirán a disgusto en ese lugar y será entonces cuando comience una serie de cambios... que irá pasando paulatinamente del blanco y negro... al color.
Como veis, su premisa parece digna de una novela juvenil o de un cuento de hadas moderno: dos hermanos completamente opuestos entre sí que se pelean y son trasladados a un mundo fantástico que deben "salvar" de alguna manera. Pero, aunque en principio pueda parecer otro de tantos, este filme va más allá. Porque al principio parece una crítica a esas series y películas ñoñas de los años 50, en la que todo el mundo era muy bueno y no había roto un plato en su vida (si habéis visto Grease, basada en esa época, veréis en Sandy a lo que me estoy refiriendo)... pero es mucho más. Los habitantes de Pleasantville no conocen el sexo, siempre siguen la misma rutina (el maridito llegando a casa, saludando a su familia y preguntándose si su mujer ya habrá hecho la cena), hace buen tiempo y carecen por completo de cultura: hay libros, sí, pero sus páginas se hallan en blanco. Son seres ingenuos y que viven conformes haciendo lo de siempre y como siempre. Pero cuando llegan estos dos chicos y deciden imponer sus propias normas, todo va cambiando. Por cada pequeño avance, una gota de color se añade a su universo. En cada persona es diferente: hacer realidad tus sueños, satisfacerte a ti mismo, armarte de valor... Por así decirlo, su mensaje nos quiere decir que no debemos quedarnos acoquinados en un rincón dejando que transcurra el tiempo y sin hacer nada, sino que debemos atrevernos a hacer realidad nuestros sueños. Nunca abandonarlos. Continuar con ellos hasta que den sus frutos.
Otro aspecto que me ha gustado mucho de la peli es el tema de los libros. Como bien he mencionado antes, en este lugar los libros no son más que páginas en blanco... las cuales se llenan de vida cuando nuestros dos protagonistas comienzan a relatar las historias que contienen esas novelas en cuestión. Cómo se colorean los personajes perdiéndose entre esas páginas, sacándolos de su ingenuidad. Como bloguera literaria, me alegra que esta película defienda la lectura como base de la cultura en el ser humano. Y es que, como bien decía Roald Dahl, autor de Matilda y Charlie y la fábrica de chocolate (entre otros muchos) y uno de mis autores favoritos, si piensas llegar a alguna parte en esta vida tienes que leer muchos libros. Chapó.
Como curiosidades, comentar que el director es Gary Ross, que este año ha dirigido la primera película de Los juegos del hambre, a la cual tengo una gran curiosidad y espero que caiga en breve (aunque yo nunca he sido demasiado fan de la saga creada por Suzanne Collins, pero la respeto)... y el compositor es Randy Newman, autor de muchas de las bandas sonoras de Pixar, como Up, Toy Story o Monstruos S.A. La banda sonora es una pasada, muy bonita y emotiva, pero viniendo de este señor, es casi imposible que defraude.
Una fotografía deliciosa, una ambientación genial, unos personajes que van evolucionando a lo largo de la historia, buenos actores (y yo que pensaba que Tobey Maguire no había hecho nada aparte de Spiderman ¬¬... Errar es humano) y... En fin, que no tengo palabras para definir lo que he sentido al ver la película. Os la recomiendo de corazón. Vedla. No sólo acabaréis con una sonrisa de oreja a oreja, sino que reflexionaréis sobre los diversos temas que propone. En serio.
Yo le doy un 9 sobre 10, ya que hay dos pequeños detalles que no me encajan... Pero son dos spoilers y será mejor que lo descubráis por vosotros mismos.
Así que me despido dejándoos un poquito de su banda sonora... que es tan preciosa que me cuesta decidirme por una pieza en especial... Pero optaré por su tema central, que es muy largo, pero merece la pena escucharlo hasta el final. De verdad.
¡Disfrutadla tanto como yo lo he hecho!
PD: por cierto... Si a vosotros os ocurriese lo que a David y Jennifer y pudieseis viajar a una serie de televisión... ¿A cuál sería?